/ lunes 21 de febrero de 2022
En el recinto de Donceles se ha vivido un ambiente de polarización, acusaciones y encuentros por diversos temas; aunque esto no es nuevo, hay una característica que destaca en esta Legislatura, y es que el nivel de debate no es el esperado por la ciudadanía.
He compartido con ustedes que, cuando se habla de pluralidad, significa forzosamente que todas las partes y sus ideas sean escuchadas, pero últimamente en el Congreso los ánimos en el debate y en cualquier tema, muchas veces termina en descalificaciones o desconociendo los argumentos y la información.
Sin duda, una de las herramientas con las que se cuenta en este Congreso para conducir sus trabajos, es la mesa directiva, que independientemente del partido político al que pertenezca quien ocupe la presidencia -hoy Morena-, debe conducirse con imparcialidad.
En los debates, -que además se han limitado por acuerdos para evitar contagios- se ha visto un diálogo de sordos, o un juego de “quien habla más fuerte”, donde cada uno expone una realidad distinta a otra; y evidentemente distinta a lo que piden los ciudadanos; pues mientras algunos señalamos fallas o áreas a mejorar en el gobierno local o federal, como respuesta nos dicen “todo está bien, es culpa de las administraciones anteriores”, haciendo imposible un acuerdo si no hay apertura al dialogo.
Lo triste es que, precisamente en ese recinto se tendría que dar el mayor dialogo posible, en beneficio del desarrollo de nuestra ciudad; y esa tarea tan importante recae en la Mesa Directiva, pero hemos visto intentos de censura, parcialidad y actitudes que nos obligan a señalar durante el debate que aunque entendemos su difícil labor, esa posición debe ser institucional en todo momento.
Ante señalamientos por estos hechos, algunos legisladores hemos obtenido respuestas un tanto inquietantes; por ejemplo la frase: “parece que estamos en dos dimensiones distintas” refiriéndose a un espacio físico y material distinto; pero si analizamos un poco esa frase, podríamos decir que es verdad, sin embargo, no entre diputados; sino que cada fuerza política prioriza de forma distinta las necesidades de la población; mientras hay temas urgentes como la salud, abasto de agua y seguridad, para el grupo mayoritario es más fácil mandar esos temas a comisiones o desecharlos al momento, pues parece que sus prioridades no van de la mano con las prioridades de la ciudadanía.
Ahora hago mía esa frase, y en efecto hay dos dimensiones distintas, pero no dentro del Congreso ni en el dialogo; sino entre el debate al interior y lo que en realidad ocurre afuera, pues poniendo un pie dentro del recinto, desde la posición de privilegio de cada legislador del grupo mayoritario, se olvida que en la calle y en el sentir ciudadano la gente reclama en peticiones oficiales o por redes sociales, que se atiendan urgentemente temas que más conflictos generan en la ciudad.
Lamentablemente los ciudadanos siguen esperando propuestas que les den voz; y quienes hemos alzado la voz por ellos, por ser de oposición, se descalifica el trabajo, o se cuestiona lo que manifestamos en nombre de ellos; evaden y rechazan propuestas vecinales, por no molestar al gobierno central o a las alcaldías gobernadas por Morena.
Cuando conviene el silencio criminal y cómplice, el grupo mayoritario manda a comisiones o desecha sin razonar, y esa sí esa es una dimensión opuesta a la que esperaban los ciudadanos cuando votaron en 2021.
Hago un llamado a retomar el camino del dialogo permanente y la apertura, pues no se puede ser ciego y sordo a las peticiones vecinales. En el debate se debe privilegiar el argumento valido, el respeto, la empatía y la apertura, pues son pilares en la construcción y planeación de la ciudad que queremos y pensamos a futuro.
En el recinto de Donceles se ha vivido un ambiente de polarización, acusaciones y encuentros por diversos temas; aunque esto no es nuevo, hay una característica que destaca en esta Legislatura, y es que el nivel de debate no es el esperado por la ciudadanía.
He compartido con ustedes que, cuando se habla de pluralidad, significa forzosamente que todas las partes y sus ideas sean escuchadas, pero últimamente en el Congreso los ánimos en el debate y en cualquier tema, muchas veces termina en descalificaciones o desconociendo los argumentos y la información.
Sin duda, una de las herramientas con las que se cuenta en este Congreso para conducir sus trabajos, es la mesa directiva, que independientemente del partido político al que pertenezca quien ocupe la presidencia -hoy Morena-, debe conducirse con imparcialidad.
En los debates, -que además se han limitado por acuerdos para evitar contagios- se ha visto un diálogo de sordos, o un juego de “quien habla más fuerte”, donde cada uno expone una realidad distinta a otra; y evidentemente distinta a lo que piden los ciudadanos; pues mientras algunos señalamos fallas o áreas a mejorar en el gobierno local o federal, como respuesta nos dicen “todo está bien, es culpa de las administraciones anteriores”, haciendo imposible un acuerdo si no hay apertura al dialogo.
Lo triste es que, precisamente en ese recinto se tendría que dar el mayor dialogo posible, en beneficio del desarrollo de nuestra ciudad; y esa tarea tan importante recae en la Mesa Directiva, pero hemos visto intentos de censura, parcialidad y actitudes que nos obligan a señalar durante el debate que aunque entendemos su difícil labor, esa posición debe ser institucional en todo momento.
Ante señalamientos por estos hechos, algunos legisladores hemos obtenido respuestas un tanto inquietantes; por ejemplo la frase: “parece que estamos en dos dimensiones distintas” refiriéndose a un espacio físico y material distinto; pero si analizamos un poco esa frase, podríamos decir que es verdad, sin embargo, no entre diputados; sino que cada fuerza política prioriza de forma distinta las necesidades de la población; mientras hay temas urgentes como la salud, abasto de agua y seguridad, para el grupo mayoritario es más fácil mandar esos temas a comisiones o desecharlos al momento, pues parece que sus prioridades no van de la mano con las prioridades de la ciudadanía.
Ahora hago mía esa frase, y en efecto hay dos dimensiones distintas, pero no dentro del Congreso ni en el dialogo; sino entre el debate al interior y lo que en realidad ocurre afuera, pues poniendo un pie dentro del recinto, desde la posición de privilegio de cada legislador del grupo mayoritario, se olvida que en la calle y en el sentir ciudadano la gente reclama en peticiones oficiales o por redes sociales, que se atiendan urgentemente temas que más conflictos generan en la ciudad.
Lamentablemente los ciudadanos siguen esperando propuestas que les den voz; y quienes hemos alzado la voz por ellos, por ser de oposición, se descalifica el trabajo, o se cuestiona lo que manifestamos en nombre de ellos; evaden y rechazan propuestas vecinales, por no molestar al gobierno central o a las alcaldías gobernadas por Morena.
Cuando conviene el silencio criminal y cómplice, el grupo mayoritario manda a comisiones o desecha sin razonar, y esa sí esa es una dimensión opuesta a la que esperaban los ciudadanos cuando votaron en 2021.
Hago un llamado a retomar el camino del dialogo permanente y la apertura, pues no se puede ser ciego y sordo a las peticiones vecinales. En el debate se debe privilegiar el argumento valido, el respeto, la empatía y la apertura, pues son pilares en la construcción y planeación de la ciudad que queremos y pensamos a futuro.
Gabriela Salido
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