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La guerra futura: Rusia y Ucrania – El Sol de México

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febrero 18, 2022

Gerson Hernández

Gerson Hernández

  / viernes 18 de febrero de 2022
Las guerras estallan porque quienes las declaran se creen llamados a ganarlas (Margaret Atwood). El origen de la guerra de acuerdo con Lawrence Freedman en La Guerra Futura. Un estudio sobre el pasado y el presente se remite cuando algunos dioses crearon la miseria y el caos conforme a la mitología griega. Ares representa un Dios aterrador y peligroso; y su cómplice para destruir ciudades fue Enio, y los hijos de este personifican el espanto, el miedo y la discordia.
El hermano de Enio es Pólemo, y de ahí proviene el vocablo “polemología”, que es el estudio de la guerra, pero usualmente empleamos la palabra “polémica”, con lo que describimos el lenguaje agresivo. La pareja de Pólemo fue Hibris, Diosa del orgullo temerario y arrogante —para los ingleses “hubris” se traduce en “soberbia”—. La unión de Pólemo e Hibris acerca la guerra a los pueblos. Asimismo, en el Imperio Azteca, Huitzilopochtli o "Colibrí Zurdo” encarnó al Dios de la Guerra, el cual fue venerado con el sacrificio de corazones de los prisioneros obtenidos en las guerras floridas. En castellano, la voz “guerra” procede del gérmanico werra que significa “discordia” o “pelea”.
Lo anterior es importante porque actualmente los Estados continúan preparándose para una guerra, aunque paradójicamente, la mayoría de las naciones son abiertamente partidarias de promulgar las leyes. Los estudiosos de estos temas definen la guerra como la causa última de conllevar a la violencia inevitable. Además, señalan que los “actos de agresión aleatorios, o los conflictos que se encauzan sin violencia, no son considerados guerras”.
Por otra parte, hay autores como el historiador John Gaddis que señalan que después de la Segunda Guerra Mundial se vive hasta la actualidad en el mundo una “Larga Paz”. A pesar de que han existido conflictos violentos y han participado grandes potencias, no se ha declarado ningún choque directo entre ellas mismas. Al finalizar la Guerra Fría en los 90´, creció el optimismo de esta tesis. Además, en 2001 el psicólogo Steven Pinker aseguró que el número de guerras entre Estados habían disminuido, “pasando de seis al año en 1950, a una anual en la primera década del siglo XXI”.
La idea de la “Larga Paz” que argumenta Pinker, de acuerdo con Lawrence Freedman no es tan cierta, ya que la disminución en el número de muertos no es causada por la reducción de violencia, “sino también (ha sido provocada por) la mejora en la atención sanitaria y los servicios sociales, que han incrementado la longevidad”. Y, por otra parte, el segundo problema de Pinker es su hipótesis acerca de que las civilizaciones progresan. O, en otras palabras, “con el triunfo de la industrialización y la facilitación del comercio, empezó a resultar cada vez más difícil encontrarle alguna ventaja a la guerra, cuyos costos eran siempre muy elevados, al igual que los riesgos”.
Por estas causas es importante preguntarnos, si más allá de los motivos geopolíticos de la posible guerra entre Rusia y Ucrania, esta sería rentable. Para la internacionalista por la UNAM Deborah Martínez “este conflicto ya disparó los precios del petróleo y afectó a México, esto se agudizará por la participación de EU en el suministro de alimentos y el precio del gas natural”. La conclusión es que la “guerra impone durísimas exigencias en materia de deuda, sesga el esfuerzo industrial y obliga a asumir la pérdida de numerosas oportunidades de negocios. Dicho en otras palabras, las guerras no solo se volvieron más peligrosas, sino también menos rentables”.

Comunicólogo político y académico de la FCPyS UNAM
@gersonmecalco
Las guerras estallan porque quienes las declaran se creen llamados a ganarlas (Margaret Atwood). El origen de la guerra de acuerdo con Lawrence Freedman en La Guerra Futura. Un estudio sobre el pasado y el presente se remite cuando algunos dioses crearon la miseria y el caos conforme a la mitología griega. Ares representa un Dios aterrador y peligroso; y su cómplice para destruir ciudades fue Enio, y los hijos de este personifican el espanto, el miedo y la discordia.
El hermano de Enio es Pólemo, y de ahí proviene el vocablo “polemología”, que es el estudio de la guerra, pero usualmente empleamos la palabra “polémica”, con lo que describimos el lenguaje agresivo. La pareja de Pólemo fue Hibris, Diosa del orgullo temerario y arrogante —para los ingleses “hubris” se traduce en “soberbia”—. La unión de Pólemo e Hibris acerca la guerra a los pueblos. Asimismo, en el Imperio Azteca, Huitzilopochtli o "Colibrí Zurdo” encarnó al Dios de la Guerra, el cual fue venerado con el sacrificio de corazones de los prisioneros obtenidos en las guerras floridas. En castellano, la voz “guerra” procede del gérmanico werra que significa “discordia” o “pelea”.
Lo anterior es importante porque actualmente los Estados continúan preparándose para una guerra, aunque paradójicamente, la mayoría de las naciones son abiertamente partidarias de promulgar las leyes. Los estudiosos de estos temas definen la guerra como la causa última de conllevar a la violencia inevitable. Además, señalan que los “actos de agresión aleatorios, o los conflictos que se encauzan sin violencia, no son considerados guerras”.
Por otra parte, hay autores como el historiador John Gaddis que señalan que después de la Segunda Guerra Mundial se vive hasta la actualidad en el mundo una “Larga Paz”. A pesar de que han existido conflictos violentos y han participado grandes potencias, no se ha declarado ningún choque directo entre ellas mismas. Al finalizar la Guerra Fría en los 90´, creció el optimismo de esta tesis. Además, en 2001 el psicólogo Steven Pinker aseguró que el número de guerras entre Estados habían disminuido, “pasando de seis al año en 1950, a una anual en la primera década del siglo XXI”.
La idea de la “Larga Paz” que argumenta Pinker, de acuerdo con Lawrence Freedman no es tan cierta, ya que la disminución en el número de muertos no es causada por la reducción de violencia, “sino también (ha sido provocada por) la mejora en la atención sanitaria y los servicios sociales, que han incrementado la longevidad”. Y, por otra parte, el segundo problema de Pinker es su hipótesis acerca de que las civilizaciones progresan. O, en otras palabras, “con el triunfo de la industrialización y la facilitación del comercio, empezó a resultar cada vez más difícil encontrarle alguna ventaja a la guerra, cuyos costos eran siempre muy elevados, al igual que los riesgos”.
Por estas causas es importante preguntarnos, si más allá de los motivos geopolíticos de la posible guerra entre Rusia y Ucrania, esta sería rentable. Para la internacionalista por la UNAM Deborah Martínez “este conflicto ya disparó los precios del petróleo y afectó a México, esto se agudizará por la participación de EU en el suministro de alimentos y el precio del gas natural”. La conclusión es que la “guerra impone durísimas exigencias en materia de deuda, sesga el esfuerzo industrial y obliga a asumir la pérdida de numerosas oportunidades de negocios. Dicho en otras palabras, las guerras no solo se volvieron más peligrosas, sino también menos rentables”.

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