Alexandra Zenzes Cordera
/ jueves 3 de febrero de 2022
En los océanos está el 97% de agua de la tierra y son la fuente de ingresos y alimentos de una gran parte de la población mundial. El tema de mares y océanos se debe de abordar de manera integral y transversal en la agenda de desarrollo.
En el marco de la agenda ambiental internacional, a partir de 2010 se habla cada vez más de la protección de los océanos y, en términos de política pública, se van manejando diversos conceptos sobre el tema tales como carbono azul, economía azul, conservación azul, agenda azul, economía oceánica sostenible, por citar algunos.
Lo cierto es que cada vez más se van dando a conocer proyectos de soluciones basadas en la naturaleza ó en negocios sostenibles con beneficios multidimensionales para las especies que habitan los océanos, para los ecosistemas propios y, en una gran mayoría, también para las comunidades de las zonas marino costeras.
La comunidad internacional se rige actualmente por la agenda 2030 de las Naciones Unidas y sus 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS); uno de ellos, el 14, relativo a la vida submarina, insta a conservar y utilizar sosteniblemente los recursos marinos, al tiempo en que deben adoptarse medidas para garantizar la seguridad alimentaria. Por ello, diversos países están estableciendo medidas para detener la sobrepesca y la pesca ilegal, y transitar de un esquema de pesca industrial a pesca de pequeña escala para el sustento diario.
Otro problema que enfrentan los mares es la presencia del plástico. Solo en nuestro país, más de medio millón de residuos plásticos terminan en el mar, impactando directamente la salud de las personas consumidoras de productos contaminados del mar. Sin duda, es urgente frenar el problema y encontrarle una solución multidimensional para hacer una mejor disposición de los productos plásticos.
El tema, tan en boga hoy en el mundo, el de las energías renovables, también encuentra en los océanos una ventana de oportunidad para su aprovechamiento e impulso a la generación de electricidad con energías limpias oceánicas.
Dada la contaminación de los ecosistemas marinos y costeros, toda la comunidad internacional tiene el gran reto de protegerlos de manera efectiva; por ello, se han integrado diversos grupos de trabajo internacional con enfoques específicos para la atención de la agenda azul.
El Panel Intergubernamental en Cambio Climático (IPCC) realizó el año pasado un reporte específico de los efectos del cambio climático en los océanos. Con base en él, vemos que para el caso de México hay ya vulnerabilidades muy claras enlistadas, como por ejemplo, que la agricultura costera se verá afectada por la salinización, causada a su vez por el aumento del nivel del mar; otra vulnerabilidad es el crecimiento en la altura de las olas en el Golfo de México, que ya ha afectado al incrementar inundaciones mayores durante la temporada de lluvias. En esta zona geográfica, también se ve que ha habido un calentamiento del agua superficial, lo que a su vez se relaciona con la intensidad de los ciclones tropicales. En las zonas costeras del Mar Caribe se ha intensificado el cambio de uso de suelo en zonas de manglares, generando con ello un incremento en las vulnerabilidades climáticas; así mismo, el cambio del PH como resultado del aumento de CO2 de origen antrópico y el incremento en la temperatura del agua, han tenido fuertes impactos en los arrecifes de coral. Finalmente, el reporte señala la nociva proliferación de algas con efectos directos en la biota marina, generando su mortalidad a gran escala.
México cuenta con diversas instituciones, tanto gubernamentales como académicas, y organizaciones de la sociedad civil que generan información día a día sobre el tema de los mares. Estamos en el tiempo correcto para poner un alto a las actividades que tanto los han dañado, para cambiar las políticas públicas que no han ayudado a una conservación efectiva de los ecosistemas marinos y su biodiversidad, así como generar datos duros basados en la ciencia para implementar las mejores soluciones.
México tiene todo para ser líder mundial en protección de mares. Hay muchas áreas de oportunidad y esperemos que quien tiene en sus manos el rumbo del timón, nos lleve a puerto seguro.
En los océanos está el 97% de agua de la tierra y son la fuente de ingresos y alimentos de una gran parte de la población mundial. El tema de mares y océanos se debe de abordar de manera integral y transversal en la agenda de desarrollo.
En el marco de la agenda ambiental internacional, a partir de 2010 se habla cada vez más de la protección de los océanos y, en términos de política pública, se van manejando diversos conceptos sobre el tema tales como carbono azul, economía azul, conservación azul, agenda azul, economía oceánica sostenible, por citar algunos.
Lo cierto es que cada vez más se van dando a conocer proyectos de soluciones basadas en la naturaleza ó en negocios sostenibles con beneficios multidimensionales para las especies que habitan los océanos, para los ecosistemas propios y, en una gran mayoría, también para las comunidades de las zonas marino costeras.
La comunidad internacional se rige actualmente por la agenda 2030 de las Naciones Unidas y sus 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS); uno de ellos, el 14, relativo a la vida submarina, insta a conservar y utilizar sosteniblemente los recursos marinos, al tiempo en que deben adoptarse medidas para garantizar la seguridad alimentaria. Por ello, diversos países están estableciendo medidas para detener la sobrepesca y la pesca ilegal, y transitar de un esquema de pesca industrial a pesca de pequeña escala para el sustento diario.
Otro problema que enfrentan los mares es la presencia del plástico. Solo en nuestro país, más de medio millón de residuos plásticos terminan en el mar, impactando directamente la salud de las personas consumidoras de productos contaminados del mar. Sin duda, es urgente frenar el problema y encontrarle una solución multidimensional para hacer una mejor disposición de los productos plásticos.
El tema, tan en boga hoy en el mundo, el de las energías renovables, también encuentra en los océanos una ventana de oportunidad para su aprovechamiento e impulso a la generación de electricidad con energías limpias oceánicas.
Dada la contaminación de los ecosistemas marinos y costeros, toda la comunidad internacional tiene el gran reto de protegerlos de manera efectiva; por ello, se han integrado diversos grupos de trabajo internacional con enfoques específicos para la atención de la agenda azul.
El Panel Intergubernamental en Cambio Climático (IPCC) realizó el año pasado un reporte específico de los efectos del cambio climático en los océanos. Con base en él, vemos que para el caso de México hay ya vulnerabilidades muy claras enlistadas, como por ejemplo, que la agricultura costera se verá afectada por la salinización, causada a su vez por el aumento del nivel del mar; otra vulnerabilidad es el crecimiento en la altura de las olas en el Golfo de México, que ya ha afectado al incrementar inundaciones mayores durante la temporada de lluvias. En esta zona geográfica, también se ve que ha habido un calentamiento del agua superficial, lo que a su vez se relaciona con la intensidad de los ciclones tropicales. En las zonas costeras del Mar Caribe se ha intensificado el cambio de uso de suelo en zonas de manglares, generando con ello un incremento en las vulnerabilidades climáticas; así mismo, el cambio del PH como resultado del aumento de CO2 de origen antrópico y el incremento en la temperatura del agua, han tenido fuertes impactos en los arrecifes de coral. Finalmente, el reporte señala la nociva proliferación de algas con efectos directos en la biota marina, generando su mortalidad a gran escala.
México cuenta con diversas instituciones, tanto gubernamentales como académicas, y organizaciones de la sociedad civil que generan información día a día sobre el tema de los mares. Estamos en el tiempo correcto para poner un alto a las actividades que tanto los han dañado, para cambiar las políticas públicas que no han ayudado a una conservación efectiva de los ecosistemas marinos y su biodiversidad, así como generar datos duros basados en la ciencia para implementar las mejores soluciones.
México tiene todo para ser líder mundial en protección de mares. Hay muchas áreas de oportunidad y esperemos que quien tiene en sus manos el rumbo del timón, nos lleve a puerto seguro.
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