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Son memoria y autenticidad. Caminas por las calles de México y tus ojos se llenan de colores y de cultura gráfica cuando lees “Jugos y Licuados”; “Ricas tortas calientes”; “Tacos de guisado”; “Caldos de Gallina”. Eso que ves, es el corazón de la vida urbana de un país lastimado que pese a todo, lucha para mantener sus identidades intactas, esas que han querido ser arrebatadas por otros países e incluso por autoridades locales.
El rótulo va más allá de letras de colores y anuncios que sirven para llamar la atención del consumidor en un negocio ubicado en una banqueta. El rótulo es el corazón de la vida urbana de México, un elemento que le pone alma al paisaje de nuestro país desde principios del Siglo XX y que hoy vuelve a ser tema de conversación, reconociéndosele por parte de los propios habitantes del país, como parte esencial de la cultura visual de nuestras calles.
Sabemos que desde la Edad Antigua, había diversas formas de anunciar eventos utilizando el lenguaje gráfico como uno universal. Los papiros con los egipcios, los axones -unas piezas de madera unidas y pintadas de blanco en la que solían redactarse mensajes del gobierno- y los mosaicos que utilizaban los romanos. En la Edad Media se inició formalmente lo que conocemos como ‘rótulo’, que significa letrero, título etiqueta. Los artesanos y comerciantes, usaban las ilustraciones y con rotulaciones daban cuenta de sus servicios al público, generalmente los que se dedicaban a realizar algún oficio.
A nivel internacional, a finales del siglo XIX, C.W. Reinhardt, se desempeñaba como dibujante para Engineering News y sintió esa necesidad de ir más allá, así que creó un estilo de letra legible que lograra ser comprendida a través de trazos simples. Con el paso del tiempo, fueron cambiando hasta lo que conocemos hoy. En nuestro país la cosa fue más allá porque el colorido arte del mexicano, logró una sinergia con la tipografía que hoy dan un gran paisaje visual a las calles de México.
Aunque los rótulos han formado parte del paisaje de las calles de México desde principios del siglo XX, la realidad es que hasta el término de la Revolución Mexicana fue cuando se comenzaron a tener grandes avances en cuanto a la publicidad que se manejaba por parte de los comercios y empresas locales. Si nos vamos a los antecedentes, referimos que a los rotulistas se les llamaba “pintor de letreros”, por allá del siglo XVIII, sobre todo en ciudades europeas.
¿Arte? Aunque algunos se empeñen en indicar que los rótulos no pueden ser considerados arte, definitivamente son parte de los paisajes visuales de la urbanidad mexicana. “Maestro de un oficio que se aprende por tradición y experiencia y que aparentemente por la técnica empleada se aproxima a los postulados académicos de la disciplina del diseño gráfico”, indican Martín M Checa-Artasu y Pilar Castro Rodríguez en el texto “El rótulo popular, común denominador del paisaje urbano en México”, citado por Infobae.
Alina Kiliwa, diseñadora gráfica de profesión, otorgó en su momento una entrevista para Cultura Colectiva, tras colaborar en un proyecto con la Secretaría de Cultura, con la intención de revalorizar los rótulos en México, pegando carteles hechos a mano en las calles de diferentes ciudades. Visibilidad es lo que se necesita, no ocultamiento.
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“La fuerza de la comunicación visual es poder compartir de manera masiva un mensaje. Los rótulos pertenecen a las calles”, decía en aquel momento Alina y tiene razón: el rótulo pertenece a la calle, a la vida urbana, al arte visual que viste México.
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