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El activismo en la actualidad – El Sol de México

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marzo 18, 2022

Flor Yañez

Flor Yañez
  / viernes 18 de marzo de 2022
El activismo se puede definir como un movimiento de carácter social, ecológico, político o religioso que, con la intención de lograr una transformación a favor de ciertos intereses, distintas personas se reúnen para protestar en contra de algo o pronunciarse a favor de ello.
Son distintas causas las que llevan a estos grupos organizados a manifestarse. Por ejemplo, a través de protestas y luchas, grandes personajes como Gandhi y Martin Luther King cambiaron el rumbo de la historia dejando un legado imprescindible para la no violencia y resistencia pacífica.
Hasta hace unas décadas, la imagen del activismo era el de una persona a bordo de un barco de Green Peace, ondeando una bandera para detener el cambio climático y la caza de ballenas, o de personas marchando frente a la Casa Blanca después de la guerra de Vietnam. El o la activista es la persona que dedica el proyecto de su vida a cambiar una realidad de manera directa. No hace sus actividades por dinero, fama o reconocimiento, sino porque cree en ello y busca generar un cambio.
Los verdaderos activistas no luchan contra personas, sino contra ideas y a lo que representan; protestan donde existe el problema a través de hacerse escuchar, a pesar de los obstáculos. No “twitean” o reenvían “post” desde la comodidad de su sillón ante algo que les parece injusto; se levantan para cambiar las cosas. Es importante desactivar las ideas que son injustas, desiguales y racistas, por ello, el activismo es importante pues ¿qué hubiera pasado si las sufragistas no hubiesen luchado por el voto de la mujer?
Sin darnos cuenta, las acciones que realizamos diariamente pueden encajar en el estatus de activistas al racionalizar el agua cuando nos bañamos, al elegir nuestro medio de transporte, en lo que comemos, compramos y tiramos a la basura. También lo somos cuando elegimos no discriminar a alguien por su origen, preferencia sexual, religión, etc.
Cuando elegimos sabiamente, somos activistas responsables con el planeta y con sus habitantes; estas pequeñas acciones en conjunto son “poderosas herramientas de transformación social”. La próxima vez que pensemos en activismo recordemos que con estas acciones estamos participando en el proceso de construcción de paz tan necesario en el mundo. Todos buscamos vivir en armonía, entonces actuemos en consecuencia.
El activismo se puede definir como un movimiento de carácter social, ecológico, político o religioso que, con la intención de lograr una transformación a favor de ciertos intereses, distintas personas se reúnen para protestar en contra de algo o pronunciarse a favor de ello.
Son distintas causas las que llevan a estos grupos organizados a manifestarse. Por ejemplo, a través de protestas y luchas, grandes personajes como Gandhi y Martin Luther King cambiaron el rumbo de la historia dejando un legado imprescindible para la no violencia y resistencia pacífica.
Hasta hace unas décadas, la imagen del activismo era el de una persona a bordo de un barco de Green Peace, ondeando una bandera para detener el cambio climático y la caza de ballenas, o de personas marchando frente a la Casa Blanca después de la guerra de Vietnam. El o la activista es la persona que dedica el proyecto de su vida a cambiar una realidad de manera directa. No hace sus actividades por dinero, fama o reconocimiento, sino porque cree en ello y busca generar un cambio.
Los verdaderos activistas no luchan contra personas, sino contra ideas y a lo que representan; protestan donde existe el problema a través de hacerse escuchar, a pesar de los obstáculos. No “twitean” o reenvían “post” desde la comodidad de su sillón ante algo que les parece injusto; se levantan para cambiar las cosas. Es importante desactivar las ideas que son injustas, desiguales y racistas, por ello, el activismo es importante pues ¿qué hubiera pasado si las sufragistas no hubiesen luchado por el voto de la mujer?
Sin darnos cuenta, las acciones que realizamos diariamente pueden encajar en el estatus de activistas al racionalizar el agua cuando nos bañamos, al elegir nuestro medio de transporte, en lo que comemos, compramos y tiramos a la basura. También lo somos cuando elegimos no discriminar a alguien por su origen, preferencia sexual, religión, etc.
Cuando elegimos sabiamente, somos activistas responsables con el planeta y con sus habitantes; estas pequeñas acciones en conjunto son “poderosas herramientas de transformación social”. La próxima vez que pensemos en activismo recordemos que con estas acciones estamos participando en el proceso de construcción de paz tan necesario en el mundo. Todos buscamos vivir en armonía, entonces actuemos en consecuencia.
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