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Cable Diplomático | Percepción es realidad – El Sol de México

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marzo 21, 2022

Federico Ling

Federico Ling
  / jueves 17 de marzo de 2022
Tenemos ejemplos muy claros sobre cómo la realidad es moldeada por la percepción y como dice el dicho, termina por convertirse en una verdad sin importar demasiado si las bases eran reales o no. Cuántas veces no habremos escuchado los sobrenombres o apodos individuales que están basados en las ideas que las personas tienen de ellos, pero sin que necesariamente reflejen las condiciones actuales, solamente porque alguien se quedó con esta idea y nunca se pudo cambiar. Pues bien, así mismo sucede en ámbitos de mucho mayor escala, como es el de una ciudad e incluso el de un país.
Cuántas ideas preconcebidas no hay sobre la forma de ser de la gente de una región determinada (por ejemplo, del norte, donde yo nací y crecí) y aunque no son reglas uniformes, es difícil modificar la percepción que se tiene de ello. ¿Por qué digo todo esto y traigo a cuento el día de hoy el asunto de la imagen y la percepción? Porque creo que es una lección importante que tenemos que recordar y analizar, y porque al final de cuentas nos afecta. Veamos el ejemplo de Rusia: después de la terrible invasión a Ucrania, será dificilísimo cambiar la percepción que se tenga de aquel país, pero será quizá de manera injusta porque las decisiones del gobierno les afectan a todos los ciudadanos de aquella nación. Merecido se tendrán los gobernantes que tomaron estas fatídicas decisiones y la historia los juzgará, pero la percepción sobre Rusia la cargarán todos sus ciudadanos, lamentablemente.
Ahora bien, en el caso de México, tenemos que detenernos a pensar en cuáles son las percepciones que se tienen de nosotros y cómo nos están afectando en el posicionamiento de nuestra marca país. Digo esto porque al final de cuentas, lo que se diga de nuestra nación se acaba diciendo así de nosotros mismos y no son cosas por separadas en el imaginario colectivo. Tenemos que hacernos la pregunta de cuáles son aquellas percepciones que nos están dañando y cuáles son las que nos ayudan. Pero más allá, si queremos cambiar aquellas que son negativas, tenemos entonces que cuestionarnos por dónde empezar.
¿Cómo se cambia la percepción? En primer lugar, si la realidad no se modifica, la percepción no podrá alterarse jamás. Luego entonces es un juego doble: al tiempo que intentamos modificar la manera en que somos percibidos, tenemos que hacer esfuerzos importantes por modificar la realidad de las cosas. Ambas están intrínsecamente ligadas y, por ende, tenemos que entender que la percepción es entonces un juego difícil de vencer, porque tiene vida propia. Atacar las causas ayuda (porque de otra forma no hay nada que hacer), pero también es necesario implementar estrategias que nos ayuden a presentarnos con otra imagen, a hacerle ver a nuestros interlocutores que las cosas no se deben generalizar y que todo tiene matices y no se pueden entender en una dicotomía de “bueno” y “malo”. En resumen: la percepción por sí sola genera ideas en la mente de las personas, pero modificar estas ideas va a requerir sustento con hechos reales. Esta ilusión que se hace escurridiza entre nuestras manos es importante, porque al final de cuentas, nuestra reputación y prestigio como personas, como comunidad y como país está de por medio (y con ello, nuestro futuro y destino también en cierta medida).

Tenemos ejemplos muy claros sobre cómo la realidad es moldeada por la percepción y como dice el dicho, termina por convertirse en una verdad sin importar demasiado si las bases eran reales o no. Cuántas veces no habremos escuchado los sobrenombres o apodos individuales que están basados en las ideas que las personas tienen de ellos, pero sin que necesariamente reflejen las condiciones actuales, solamente porque alguien se quedó con esta idea y nunca se pudo cambiar. Pues bien, así mismo sucede en ámbitos de mucho mayor escala, como es el de una ciudad e incluso el de un país.
Cuántas ideas preconcebidas no hay sobre la forma de ser de la gente de una región determinada (por ejemplo, del norte, donde yo nací y crecí) y aunque no son reglas uniformes, es difícil modificar la percepción que se tiene de ello. ¿Por qué digo todo esto y traigo a cuento el día de hoy el asunto de la imagen y la percepción? Porque creo que es una lección importante que tenemos que recordar y analizar, y porque al final de cuentas nos afecta. Veamos el ejemplo de Rusia: después de la terrible invasión a Ucrania, será dificilísimo cambiar la percepción que se tenga de aquel país, pero será quizá de manera injusta porque las decisiones del gobierno les afectan a todos los ciudadanos de aquella nación. Merecido se tendrán los gobernantes que tomaron estas fatídicas decisiones y la historia los juzgará, pero la percepción sobre Rusia la cargarán todos sus ciudadanos, lamentablemente.
Ahora bien, en el caso de México, tenemos que detenernos a pensar en cuáles son las percepciones que se tienen de nosotros y cómo nos están afectando en el posicionamiento de nuestra marca país. Digo esto porque al final de cuentas, lo que se diga de nuestra nación se acaba diciendo así de nosotros mismos y no son cosas por separadas en el imaginario colectivo. Tenemos que hacernos la pregunta de cuáles son aquellas percepciones que nos están dañando y cuáles son las que nos ayudan. Pero más allá, si queremos cambiar aquellas que son negativas, tenemos entonces que cuestionarnos por dónde empezar.
¿Cómo se cambia la percepción? En primer lugar, si la realidad no se modifica, la percepción no podrá alterarse jamás. Luego entonces es un juego doble: al tiempo que intentamos modificar la manera en que somos percibidos, tenemos que hacer esfuerzos importantes por modificar la realidad de las cosas. Ambas están intrínsecamente ligadas y, por ende, tenemos que entender que la percepción es entonces un juego difícil de vencer, porque tiene vida propia. Atacar las causas ayuda (porque de otra forma no hay nada que hacer), pero también es necesario implementar estrategias que nos ayuden a presentarnos con otra imagen, a hacerle ver a nuestros interlocutores que las cosas no se deben generalizar y que todo tiene matices y no se pueden entender en una dicotomía de “bueno” y “malo”. En resumen: la percepción por sí sola genera ideas en la mente de las personas, pero modificar estas ideas va a requerir sustento con hechos reales. Esta ilusión que se hace escurridiza entre nuestras manos es importante, porque al final de cuentas, nuestra reputación y prestigio como personas, como comunidad y como país está de por medio (y con ello, nuestro futuro y destino también en cierta medida).

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